A menudo quienes alegres bastardean
poesía de la tortura y el dolor
montan en cólera cuando el hierro
candente es para la piel de sus hijos.
Son los mismos que piensan
que las personas no podemos elegir;
para ellos, el resto de vecinos
somos un monstruo incapaz
de cambio alguno, sin las articulaciones
necesarias para tirar las armas.
En la plaza de toros respira
con aliento a osario un ministro fascista
escapado de un rollo de celuloide
filmado por Passolini.
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