viernes, 25 de enero de 2019

Cabronías (VIII)

Poetas cuya poesía, literalmente, da cáncer,
pues no sueltan el cigarrillo nunca.
Ni cuando les falta el aire declamando.
Qué debilidad tan abrumadora
y asesina de esperanza.

Cómo esperas que me avergüence de la casa que habito,
si sus cimientos son el sudor y los riñones de mi padre,
su calor el del valle cereal y de dura roca de mi madre;
si tengo la suerte de escucharlos discutir y bailar
sobre mi cabeza cada día.

La primavera se despierta:
el sol sale tierno del horno 
y se posa en los campos:
huele a mierda por todas partes.
...
Y cuando me cruce contigo
miraré al suelo y no estarás,
así nadie se sentirá ofendido…
Depende de tu humor
el objeto y alcance de mi mirada.
...
Esos fascistas que van de obreros,
pero que siempre lamen ingles de cacique
cuando llega el momento,
como ha dejado bien claro la historia.
...
Un hombre me grita a lo lejos
y no sé quién es.
Hasta que reconozco a su perra.

Me viene la inspiración como al que sufre de próstata: me despierta por las noches, siempre es urgente y me escuece la vida en ella; siempre es escasa, y me deja a la espera.

En el reparto del mundo
hay quien acaricia gatos,
y por allá abajo se escucha
a los que comen cucarachas
...
No recuerdo haber dicho nunca a nadie
que me la chupara.
Vosotros no queréis y a mí no me interesa,
porque todos me haríais daño con los dientes.
...
Me encierro durante días en un estudio
que apesta a rabia, a café y a culo,
y allí, en lo imposible, conecto.
...
Recorrer el pasillo en la noche a ciegas.
Descenso a la nada,
a la primera forma de vida.

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