Soy jodidamente materialista.
Quiero una casa y que el suelo no me falle.Un tejado por si el cielo.
Bocados ciertos en mi boca,
intentar que no rezumen sangre.
Adoro la materia, pues alberga
esta potencia de lo que somos
y sólo en la materia trascendemos,
de mano en mano, garganta a garganta.
Así que sí, espero mi justo salario,
no emocional: bien fungible;
espero mi garantía de ser colectivo
y no saliva confusa en selva de codazos
(donde el futuro vacila inasible
sin tejidos palpables).
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