jueves, 29 de septiembre de 2022

El finde

Os prefiero los lunes por la mañana,
callados y tristes en el autobús,
porque volvisteis a demostrar
la noche del viernes, del sábado,
que ese gris es lo que os merecéis.
Os prefiero con esa pena y mi tranquilidad.
Estáis mejor y más cerca de vosotros mismos
el lunes por la mañana doblegados,
y totalmente fuera de todo al llegar el viernes,
tirando a bestias, queriendo ser callejones sin salida
y dispuestos a llegar a las manos para conseguirlo.
¿Puede haber una vida más torpe
que la de quien acelera un coche potente
de tercera mano
por las calles del barrio en ruinas
cuando cae la noche al final de la semana?
El nivel de fracasos en el camino
medido en iras innecesarias,
atrincheradas en un piso de cartón
a pagar con una espalda rota,
su incoherencia mitigada en alcohol y grito
en el mismo bar todos los sábados.
Cuanto más descendemos en la escala,
en el aluvión de fango de cada fin de semana,
cerramos más el precio de esto que somos
en un mundo que sólo sería apertura.
La cara es el espejo del alma
y los libros en pasillos y paredes
son las curvas de una vida;
la recta todo un vacío sin cambios;
el fin de semana de ruido y baba
el premio a la carne de cañón.
No os quiero cerca como óxido,
corrosión, salitre hambriento, cada sábado;
os prefiero como piezas, grasientas y girando,
rótulas de un tractor que algún día sembrará
los campos -como se debe- bajo el cielo.



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